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lunes, 13 de mayo de 2013

Una fórmula para trabajar con adolescentes.


Antes de que empieces a leer ya te digo que este post va a ser más largo de lo habitual y mira que he tratado de comprimir,  pero no hay manera. Me saldría un libro entero de lo que aquí os resumo. No voy a redescubrir América pero sí a constatar un hecho: el trabajo continuado con jóvenes en general y con adolescentes en particular es la única garantía de éxito.

Puedes currarte todos los contenidos que quieras: participación, violencia entre iguales o de género, prevención de las drogodependencias, tolerancia, derechos humanos, hábitos saludables, desarrollo del espíritu crítico… Es igual, lo importante es el cómo y os lo voy a intentar explicar en las próximas líneas. Por cierto, esta fórmula se puede utilizar para trabajar con jóvenes con medidas cautelares, en situación de riesgo social o habitantes del barrio más sofisticado de la ciudad. Eso sí, tú tendrás que adaptarte al grupo y no ellos a ti.

Y lo podrían hacer educadores sociales y animadores socioculturales, incluso los mismos profesores. Sólo son necesarias algunas cualidades y premisas: sentido común, que te guste trabajar con ellos y saber que tienes un objetivo final y un proceso que cumplir. ¡Ah! Y las prisas, de vacaciones.

Por cierto, no pretendo algo magistral, sólo que se entiendan las ideas y que cada uno profundice. Al grano.

Los adolescentes.

Un grupo de jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y 16 años: Una clase de educación secundaria, jóvenes pertenecientes a una asociación, un grupo de jóvenes con medidas cautelares, jóvenes que voluntariamente se inscriben en la acción. Un mínimo de 15 y un máximo de 30.

El tema.

El que sea. Si lo elijen ellos, mejor. Además, si se basa en un proyecto común a realizar a final del curso, fantástico. No hay que olvidar que durante el transcurso de la actuación se desarrollarán pequeñas intervenciones. Y, por supuesto, no trabajar directamente el tema principal elegido durante los dos primeros meses.

Las reuniones.

Una por semana, es más que suficiente para no cansarlos y para que poco a poco tomen con ganas la reunión semanal con el mediador. Me gusta llamarlo así. Vosotros le ponéis el nombre según convenga y según convenio. Las reuniones han de ir en función de cumplir pequeños objetivos operativos que nos hemos marcado previamente. No deben durar más de hora y media, salvo actividad que requiera de más tiempo. Importante: si quedas con ellos y tenían que tener algo preparado y no lo han hecho, saludas, te despides hasta la semana siguiente y te vas. Punto. Que se queden solos y piensen. Pensar es muy sano. Tu mayor éxito aquí consistirá cuando ellos puedan reunirse en solitario sin necesitar tu presencia.

La planificación.

Debemos de planificar para tener claro los objetivos a cumplir temporalmente y sobre todo estar pendientes del proceso. La planificación está al servicio de los participantes y del objetivo y no al contrario. Burócratas, absténgase.

El objetivo.

Los objetivos están claros: Que poco a poco sean capaces de funcionar de forma autónoma como grupo, sin necesidad del mediador. Que descubran sus capacidades, como grupo y personales. Que potencien su sentido crítico. Que facilitemos su sociabilidad a través de las habilidades sociales. Y, por supuesto, que trabajen un tema de su interés y lo proyecten al resto de jóvenes de su entorno. Tú,  no. Han de ser ellos.

Charlas, no.

Los que seguís este blog ya sabéis de mi “cariño” por las charlas. La experiencia me dice que “de forma aislada” tienen poco sentido y que en estas edades es necesario “aprender haciendo”. Una vez que hemos avanzado en el curso y en función de la temática que tratemos, sí es conveniente visitar experiencias concretas pero que sean un intercambio con el interlocutor a base de preguntas/respuestas y no charlas magistrales. Después de cada visita el grupo deberá reflexionar sobre lo que le ha parecido.

El ritmo y los tiempos.

Aunque el mediador tuviera varios grupos a su cargo en un mismo ámbito no tendrían porqué coincidir en el tiempo en todo, como si fuera un profesor de matemáticas. Cada grupo se adapta de forma diferente al mediador y viceversa. Cada mediador puede tener su propio sistema de llegar a ellos, según su personalidad y los perfiles de los jóvenes del grupo. Al mismo objetivo se puede llegar con tiempos diferentes y actividades opuestas en distintos grupos. El ritmo de la acción tiene que fluir por el propio funcionamiento y no porque lo marque una planificación cerrada meses atrás. Eso es, diga quien lo diga, un disparate: las personas al servicio de los papeles. Ya lo he dicho antes, si, pero lo repito.

Durante los dos primeros meses dedícate a conocerlos y que te conozcan, déjales hablar, crea espacios en donde aparezca la comunicación, trabaja las habilidades sociales in situ, sin talleres ni charlas. Tu principal misión será que cuando hablen se respeten el turno de palabra, que escuchen al que habla y que aprendan a trabajar en equipo. Aviso: esto no lo conseguirás en las primeras reuniones pero cuando lo veas llegar, la emoción te inundará. Los siguientes meses serán para apuntalar las habilidades conseguidas y empezar a tratar el contenido que se haya elegido para trabajar.

Las actividades.

Las actividades concretas que realicemos no son importantes, son meros instrumentos al servicio de los objetivos. Han de elegirlas ellos. Todas. Lo principal es cómo la han organizado, qué problemas han tenido y, sobre todo, la evaluación que hagan del grupo y del papel de cada uno. El activismo y el consumo de actividades están  bien pero es otra cosa que nada tiene que ver con lo que estamos hablando.

Organización interna.

La asistencia a las reuniones semanales es voluntaria. El día de reunión se establece en el primer contacto y son ellos quienes la marcan. Las decisiones que atañen al funcionamiento del grupo y de las actuaciones que hagan las toma el grupo en asamblea, una al mes. El mediador no tiene voto, su presencia está para orientar sobre decisiones que afectan a terceros y ofrece alternativas para que ellos decidan.

Relaciones con el exterior.

El grupo no vive en un compartimento estanco y tiene que relacionarse con lo que hay fuera de él. Una vez que compruebes que el grupo tiene bases fuertes, es momento de que conozcan otras historias y se responsabilicen de las tareas del grupo. Si hay que gestionar una instalación pública, pedirle algo al concejal del pueblo, buscar patrocinio en empresas para hacer alguna actividad, etc… tienen que hacerlo ellos.

El mediador.

La figura clave. No voy a detallar aquí todas sus funciones pero sí las fundamentales: acompañar y decir siempre la verdad. Hace de puente entre la organización que coordina y los jóvenes. Trata de explicar a esa organización la visión de los jóvenes y acerca lo administrativo a estos para que lo comprendan en toda su extensión. Es un puente que se tiende entre la administración o entidad y los jóvenes. No ha de estar solo. Hay un entramado organizativo detrás que le acompaña: resto de mediadores coordinados entre sí, con reuniones periódicas y formación continua por  personal experto en procesos participativos, que los hay y muy buenos. Experiencias que se están sucediendo en el país lo confirman. Además, los mediadores son los perfectos futuros expertos. Habría cantera.

Organización administrativa y económica.

Indudablemente ha de existir una organización detrás que ampare lo que estamos haciendo. Desde la misma administración o a través de una organización o empresa. Los chavales han  de estar cubiertos, seguros y en manos de profesionales. El presupuesto no es excesivo ni mucho menos, depende de la magnitud de la intervención. Por ejemplo, en una asociación con un grupo de jóvenes de la misma y un mediador formado de la entidad saldría con unos costos reducidos. Si lo hacemos en plan profesional los mediadores estarían contratados en función del volumen de grupos en los que intervinieran. No aconsejo más de dos en el mismo centro. Su trabajo, sería de 3 h. directas a la semana más otras tres de preparación y actividades, total 6 horas semanales. También la figura de un coordinador con la suficiente experiencia en procesos de participación y su dedicación vendría en función del número de mediadores que coordinara. Calderilla si observamos los beneficios pero en la época que estamos sería difícil, lo sé. Sólo habría que quitar 0´5 % de la partida de publicidad que gastan nuestros queridos políticos.

El formato ideal.

En mi opinión sería en los centros de educación secundaria con alumnos de 4º de ESO. En las clases donde se determinara. Un grupo de mediadores repartidos entre las distintas clases durante todo un curso. Los “peligros" que habría que correr son dos: si un mismo mediador lleva grupos diferentes tendría que hacerlo muy bien para evitar las comparaciones entre los alumnos. El otro, son los profesores que estuvieran en contra de esta iniciativa, que los hay. En cualquier caso, las reuniones del grupo y las actividades se realizarían en el lugar donde dijeran los alumnos, si no quieren hacerlas en el centro no se hacen y da igual en un parque que en el centro social o juvenil de la zona.

Evaluación.

Constante. Y participan todos los agentes que intervengan, sobre todo los jóvenes. Mediadores y coordinación, además de las reuniones citadas,  han de estar en contacto fluido. Las dudas no se esperan a la siguiente reunión para solventarlas, se llama por teléfono a coordinación y se soluciona. En la siguiente reunión de evaluación se tratará el tema y se dispondrán métodos que puedan servir a todos, sobre el tema en cuestión. Las decisiones se toman rápido.

Sí, ya sé que está todo algo “arrebatao” pero el objetivo es que, si habéis llegado hasta aquí, observéis el conjunto de la idea y le podáis dar los matices que queráis y trasladarlo al ámbito en que actuéis. Me dejo en el tintero alguna cosa más pero esta costumbre mía de escribir al tirón, me pierde.

Gracias a los que habéis llegado hasta aquí y saludos.

PD: Y sí, la fórmula tiene éxito y está comprobada. Una de las cosas que recuerdo es la cara de algunos mediadores cuando les decía que si lograban que los últimos meses los chicos no les necesitaran para nada es que lo habían hecho bien y podrían tocarse las narices mientras los jóvenes no les llamaran. ¡Cobrar sin trabajar! decían incrédulos.


PD: Al escribir este post, me he quedado con ganas de más y he decidido escribir una publicación con el mismo título. Abordará más exhaustivamente todo lo mencionado y ampliando bastantes cosas. 



Os avisaré.

15 comentarios:

  1. Enhorabuena por el artículo. Has definido en pocos folios un montón de teoría y la has hecho real.

    Miguel Ángel.

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  2. Muy interesante Juan. La planificación, evidentemente, será más o menos estructurada dependiendo del perfil que tengamos delante (no es lo mismo 4º de la ESO que un centro de reforma)Por eso hay que adaptar y no hacer un copia-pega de un programa que sirva para todos. Importante, que has señalado y que he aprendido durante estos años y que es lo opuesto a lo estudiado en la carrera: la importancia del PROCESO por delante de una planificación férrea en la que hay que cumplir unos objetivos en un tiempo determinado. Pasan demasiadas cosas que hacen que esa programación férrea se venga abajo enseguida.
    Otro punto que veo interesante (a lo mejor para tratar aparte) son los perfiles de....los profesionales. Somos personas y nos relacionamos/caemos mejor con unos chicos que con otros. Por eso creo que es importante que cuando se tenga un grupo, se haya pensado en el perfil de mediador que queremos delante del mismo, teniendo más en cuenta las características personales que las profesionales (o ambas por igual)

    En fin, que tienes mucho curro por delante ;)

    Un saludo

    Miguel

    @mignesias

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  3. Gracias, Miguel Ángel y Miguel por vuestros comentarios. Pues sí, llevar a la práctica la teoría ha sido uno de mis principales acicates en esta profesión y que la planificación está al servicio de los destinatarios es tan de sentido común que aplasta cualquier otra cosa.

    Gracias por colaborar en el blog y espero que sigáis haciéndolo.

    Saludos.

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  4. UFF¡¡¡ Qué forma de simplificar las cosas de forma tan sencilla que parece hasta fácil. Muchas gracias por la entrada, me ha aclarado muchas cosas para trabajar con mi grupo de jóvenes.

    Sandra Gómez.

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  5. Enhorabuena por el post. Una forma muy didáctica y clara de aclararme muchas cosas pero para hacerlo tengo que convencer a mis jefes y creo que no están por la labor. Es una lástima pero les da miedo lo que los jóvenes puedan proponer.

    Yo seguiré adaptándolo a mi forma de trabajar ya que creo que es la fórmula idónea.

    Gracias por compartir y sigo tu blog al igual que otros compañeros.

    Juan Luis López.

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  6. Gracias, Sandra y Juan Luis. Efectivamente, si quieres que los jóvenes sean cada vez más autónomos es de perogrullo que lo que tienes que darles es más autonomía. Y sí, algunos responsables de programas con jóvenes tienen auténtico pánico de lo que estos puedan proponer y ahí radica uno de los problemas para poner en marcha estas metodologías: los propios profesionales que no quieren correr ningún riesgo. Bueno, allá ellos y su conciencia con su trabajo y allá aquellos responsables que tienen miedo a la autonomía de los jóvenes.

    Un saludo a los dos y gracias por participar en el blog.

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  7. Acertadas las indicaciones que nos facilitas en esta nueva entrada. Desde luego que cuando a alguien le haces sentirse párticipe de algo propio y le das autonomía, las posibilidades de éxito son mayores, entre otras cosas porque se siente más identificado con ello porque está personalizado.

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    1. Gracias, Carmen. Tú lo has dicho, no es ciencia, ni magia (Elsa Punset dixit) sólo sentido común.

      Un abrazo.

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  8. Muy buen post, para llevar este método el problema es lo que no se ve. A simple vista parece fácil que los jóvenes lleven el peso de la acción, pero realmente con este sistema de trabajo el mediador tiene que tener detrás muchas más cosas preparadas que en un programa formal.
    Soy estudiante de educación social y este sistema lo veo útil para profesionales que tengan mucha experiencia, lo veo complicado para empezar.
    Ojalá llegue a poder aplicarlo con soltura, seria muy buena señal.
    Muchas gracias

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  9. Hola, Bruja de oro. En una cosa te doy la razón: para organizar esto sí hace falta una experiencia previa y un convencimiento de que es la fórmula adecuada. También te digo que la mayoría de mediadores que lo trabajan no es necesaria la experiencia previa sino muchas ganas y creer en el método, por supuesto con formación previa y atención continua por parte de la coordinación. Esto está preparado para que dichos mediadores asuman esta forma de trabajar y luego puedan dirigirla.
    Gracias por dejar tu opinión y espero que lo sigas haciendo.

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  10. Como profesora es difícil seguir el mismo patrón con los grupos.Es bueno en mi opinión no rendirse ante nada .si tenemos que leer leemos.si tenemos que dibujar dibujamos.etc.no debemos tirar la toalla y poco a poco ellos lo van haciendo.

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    1. Gracias por tu comentario, Nati. Y sí, uno de los secretos es no desfallecer y seguir intentándolo, eso tan poco frecuente en nuestros días. Saludos y que puedas seguir así.

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  11. mmm lo veo tan fácil, sin embargo, habría que tener un poco de experiencia en el trabajo con adolescente.

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  12. Gracias por publicar este post. Mi equipo y yo estamos comenzando un proyecto con jóvenes de la calle. Aún tenemos que conseguir vincularnos a ellos de alguna manera, pero tus consejos me han ayudado para cuando estemos en otras fases poder experimentarlo. Dices al final que escribirías otro post con más detalle. ¿Dónde podría encontrarlo? Gracias y saludos.

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    1. Hola Marta. Pues me gustaría tener tiempo de hacerlo pero no dispongo de él desde que escribí este post. Ojalá pudiera volcar en un texto todas las experiencias para que pudieras servir a otras personas. Mientras de vez en cuando escribo en este blog y se me quita el gusanillo. Gracias por leerme. Saludos.

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