Desde
los 90 seguimos con la misma estructura de funcionamiento y contenidos en las
distintas áreas de juventud de las administraciones públicas. Y en algunos
programas concretos nos remontamos a los 80. ¿Tan poco han cambiado las circunstancias
de los jóvenes y la realidad para que sigamos haciendo lo mismo? Ya sé que esto
sería asunto de visión política pero sabemos que ellos están en otros
menesteres y como no hay un duro, ya no interesa.
Pero
es nuestra obligación plantear nuevas fórmulas de funcionamiento que se adapten
a la situación actual de los jóvenes.