¿Cómo
nos ven a los educadores y educadoras sociales? ¿Cómo nos tratan los medios? ¿Sabemos explicar nuestro trabajo al
resto de la sociedad? ¿Realmente conocen y reconocen nuestro trabajo y nuestras
tareas?
Estos son los temas
propuestos por el CEESC (Col-legi d´Educadores i Educadors Socials de
Catalunya) con motivo del Día
Internacional de la Educación Social
para el Carnaval de Blogs 2015 al que, un año más, me han invitado a
colaborar, lo cual agradezco.
Me dedico a la animación
sociocultural y para ser merecedor de lo que significa esa profesión, no quiero aportar exclusivamente mi visión sobre el asunto.
He
conversado con personas diplomadas (entonces no había grado) en educación
social para que me contaran sus propias opiniones. En resumen:
Cuando llegas a la Universidad lo
primero que te encuentras es la sensación de que los y las estudiantes de
pedagogía, trabajo social e incluso psicología y profesionales de la animación
son tus contrincantes y van a competir
contigo. Nos sentimos víctimas desde las primeras horas y declaramos guerras
sin cuartel no contra el intruso sino contra el intrusismo, a veces muy fundadas,
otras no. Ya lo hacían los romanos: “divide et impera”.
Destacan que en la profesión hay
tal diversidad de especializaciones que es difícil comprender que todos
formamos algo unitario: personal técnico en tercera edad, mujer, juventud,
servicios sociales, infancia, cooperación, violencia de género, reforma, dinamizadores
sociales, inmigración, discapacidad, directivos de ONG´S, coordinadores de
espacios y centros socioculturales, monitores de tiempo libre, docentes… Si no
nos aclaramos nosotros ¿cómo vamos a pedir a la sociedad que sepa lo que
hacemos?
.
Todos los profesionales de la
educación social con los que he hablado dejan
en segundo lugar el reconocimiento a la profesión y se quejan de que lo que más
les duele es que ni siquiera amigos y familiares saben, en conjunto, a qué se
dedican. En definitiva, les preocupa más la falta de conocimiento que la de
reconocimiento.
Como nosotros sabemos cuál es
nuestra función, lo importante que es y lo que nos calentamos la cabeza en
algunas ocasiones con las situaciones de nuestro trabajo, creemos que todo el
mundo debe de saberlo y ante eso hemos de valorar que los raros somos nosotros
y que nuestras conversaciones no las tienen la gran mayoría de la gente que
está en otros menesteres más mundanos.
Hubo más reflexiones, pero ninguna
más sobre el reconocimiento social. La mayoría fueron sobre la precariedad cada
vez más acentuada en sus respectivos puestos.
Tras estas disquisiciones, me pongo
en su piel y pienso que he padecido la misma historia. Mi madre, después
de 30 años de profesión, todavía sigue diciendo a las vecinas que trabajo en “eso
de los jóvenes”. Hasta tal punto me ha calado esa afirmación materna que
cuando alguien me pregunta por lo que hago y sé que en el fondo le importa una
mierda, le digo exactamente eso: “en lo de los jóvenes” ¿Y sabéis que
pasa en el 90% de los casos? Que no me pregunta nada después, sintomático de que, en su opinión, carece de
valor lo que hago. Bueno, al final, lo que más me importa es que yo sé, de los
dos, quién es el ignorante.
También y para que sirva de
ejemplo, es frustrante que después de un encuentro con adolescentes
durante un fin de semana en un albergue, en donde has trabajado una temática
relacionada con los valores a través de
dinámicas y no has dormido ni 5
h. en total, cansado física y psicológicamente hasta el tuétano, venga un joven
asistente al evento y te pregunte: ¿Y tú en qué trabajas cuando sales de aquí?
Pues eso: o se lo explicas tranquilamente con toda la didáctica que seas capaz o le dices: “minero, soy minero”.
Y en lo del reconocimiento social os he de confesar que estoy preocupado en su justa medida ¿Por qué? En un país en el que dicho reconocimiento va en función de lo que cobras por tu actividad o de lo que ganas tocándote las
narices siendo famoso (desde el cutre televisivo al
conferenciante repetitivo), es difícil que se dé
valor a lo que una profesión ofrece a la sociedad.
Miremos a los científicos de
nuestro país, profesión reconocida y admirada por todos sin excepción y a pesar
de eso, han tenido que emigrar, en proporción, más que ninguna otra disciplina, y los que se han quedado y tienen trabajo, la mayoría cobrando sueldos o becas
miserables. Virgencita que me quede como estoy.
El reconocimiento social vendrá
cuando en esas conversaciones entre conocidos explicándose qué hacen, el educador
social diga que gana 2.400 € al mes. Ahí, amigos y amigas, se acabará nuestro
problema de esperar agradecimiento. No, no me gusta que sea así, pero por
nuestro trabajo sabemos que para poner en marcha cualquier proyecto hay que
analizar desde la realidad y no sobre lo que nos gustaría que fuera.
La pregunta que me hago, entonces,
es: ¿Qué habría que hacer para que la sociedad viera justo que un educador
social cobrara 2.400 € al mes?
Bueno, también hay otra
posibilidad: poner de Presidente de Honor del Colegio General de Educadores y
Educadoras Sociales al Hermano Mayor, Sr. García Aguado. De esta forma seremos
más reconocidos que nadie. Imaginad, charlas ante 1000 personas a 10 € la
entrada; la última ayer mismo en La Orotava, Tenerife. Yo mismo vi los carteles por toda la ciudad.
¿Y nuestra presencia en los Medios
de Comunicación? Pues me planteo, a veces, que lo mejor es huir de ellos tal y como está
el panorama del periodismo. O sales por algún suceso o no sales. A los editores
les importa un carajo las buenas experiencias sociales en todos los órdenes que
existen en nuestro estado y que protagonizan profesionales de la educación
social comprometidos; pero si esas actuaciones las pueden convertir en
espectáculo con programas que todos tenemos en mente, no os preocupéis que ya
se buscarán la vida para joderlo todo. Si entramos a ese juego perderemos más
tiempo en aclaraciones y desmentidos que en promocionar la educación social.
Nuestra gran aliada ahora es la
red. Cada vez hay más presencia de nuestro sector, más intercambio, sin tanto prejuicio y
llevando a la práctica en muchos proyectos comunes eso que llamamos “multidisciplinar”
y que tan pocas veces encontramos en la vida cotidiana. El reconocimiento
social no está en los medios tradicionales, es una batalla perdida tal y como
están. Está en internet y ahí debemos de echar toda la carne en el asador. Como
me dijo en su día el educador social Miquel Rubio (@migrubio) –Internet no
es una herramienta ni un instrumento, es una época-. Creo que todavía no
hemos llegado a comprenderlo del todo y seguimos buscando recetas a la antigua
o intentando meter a martillazos lo que hemos hecho siempre en un hueco que ya no existe.
Desde este humilde foro, fuera ya de
bromas y sarcasmos, sólo pido unidad para
conseguir buenos convenios y dignas condiciones de trabajo; tener fuerza
política en los Colegios para exigir a las administraciones públicas que no se
olviden de las políticas sociales ni de quienes las hacen posibles y estar
atentos para denunciar la pérdida de derechos de las personas; mirarnos hacia
dentro y observar nuestros problemas como colectivo y seamos capaces de
corregir errores, de racionalizar la profesión y de no perder de vista que en
lo que hacemos, nosotros no somos lo más importante. Si sintiéramos lo
contrario, ni seríamos educadores sociales, ni animadores socioculturales o,
como más me gusta denominarlo,
dinamizadores sociales.
Y si hoy pudiera pedir un deseo relacionado con el tema elegiría, sin duda, que hubiera educadores en todos y cada uno de los centros de educación secundaria. Es imprescindible que los y las jóvenes sientan que tienen a alguien que los acompaña.
Y si hoy pudiera pedir un deseo relacionado con el tema elegiría, sin duda, que hubiera educadores en todos y cada uno de los centros de educación secundaria. Es imprescindible que los y las jóvenes sientan que tienen a alguien que los acompaña.
Gracias, una vez más, al Col-legi d´Educadores
i Educadors Socials de Catalunya por contar conmigo para este Carnaval de blog
2015. Siento ser poco efusivo a la hora de manifestar las bondades del
reconocimiento pero hoy, en esta tienda, es lo que se reparte.
Un abrazo a todas las personas que sientan la profesión,
estén orgullosas de lo que hacen y así lo digan a los cuatro vientos.
PD: Me niego a emplear la palabra visibilidad, se repite como
el ajo en todo lo que leo últimamente y en temas muy diversos. Dentro de poco oiré a un cerrajero decir que a su
profesión le falta visibilidad. Y si no quería decirlo, toma, dos veces.
Puedes leer todos los artículos del Carnaval de Blogs del CEESC pinchando aquí.
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Efectivamente creo que si estuviera mejor pagado no haría falta explicarles a mis colegas en lo que trabajo, ya lo sabrían ellos. Es poco glamuroso y poco educativo en relación al discurso que hoy va a imperar entre nosotros pero real como la vida misma. Gracias por esta entrada tan de sentido común.
ResponderEliminarP.A.G.L.
Buen post webjuegosandroid.blogspot.con
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